sábado, 7 de febrero de 2009

Innovación, persona, empresa y sociedad

Ya entrados es siglo XXI, el secreto del crecimiento en el desarrollo económico de una sociedad no está sólo el incremento de la riqueza, expresada como incremento en el PIB por habitante o, mejor aún, en el incremento de la renta disponible por habitante, sino en la capacidad que esta sociedad tiene de hacer el desarrollo sostenible en el tiempo. La Innovación constante, y en todos los ámbitos de la sociedad, es lo que define la capacidad real de crecimiento de esa sociedad.

Se habla mucho de la Innovación. Los periódicos reflejan la palabra Innovación en muchos de sus titulares, los programas políticos incluyen el apoyo explícito a la Innovación y los presupuestos de los gobiernos dotan económicamente, de forma cada vez más fuerte, a las actividades relativas a la I+D+i.

Sin embargo, aunque parezca que el término o el concepto es de reciente invención (algo también innovador), la realidad es que las sociedades siempre han avanzado a lo largo de la historia a través de innovaciones, en mayor a menor número en una época temporal determinada, con mayor o menor impacto, siempre con éxito en el medio-largo plazo. Decir innovaciones de éxito es una redundancia, ya que no es innovador aquéllo que no produce éxito, considerado éste de forma amplia, no únicamente como el éxito material e inmediato.

En una ocasión, alguien dio una definición muy acertada de innovación ante la pregunta de por qué se innova: "Se innova cuando se tiene 'hambre', se innova para sobrevivir". Es decir, la innovación forma parte del instinto humano de supervivencia, y ésto se puede aplicar a un individuo, a una empresa, a cualquier organización o a la sociedad en su conjunto.

La cultura innovadora, "tenemos que generar una cultura innovadora desde la educación primaria hasta la universidad, en la vida laboral, en la vida social y, por tanto, en la vida personal de nuestros ciudadanos y ciudadanas", diría algún político, es algo que no se enseña, pero sí se aprende.

No existe innovación sin ánimo de superación, de aceptación de los desafíos, que permitan alcanzar objetivos nuevos y con más altas cotas.

¿Qué ocurre, entonces, en nuestra sociedad para que algo tan inherente a la persona haya que estimularlo?

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